26.2.12


Me derrito en ti deliciosamente al traspasar nuestras pieles las barreras del paraíso hecho carne, me fundo en ti cuando tus ojos me transmiten la tibieza eterna de una primavera reinventada entre bocas ansiosas y muslos que estallan en júbilo al rozarse. Late afrodisíaca mi esencia al percibirte bajo mi cuerpo, percibo el roció dulce deslizándose en mi entrepierna.

Huelen a ti mi cuerpo y la almohada, la penumbra del cuarto conserva el aroma de la concupiscencia y aun siento el calor que dejaste derramado entre los resquicios de mis paredes.

Deseo omnipresente que no deja soledad en los silencios…

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