1.4.12

Ojos castaños que al amparo de tu mirada
paralizan el tiempo frente a los míos...
entonces me rodea y domina un
impulso que me transporta hacia tu cuerpo
y me presento como si estuviera
moldeada para tus manos que reconocen
mis líneas y se confabulan con tus
labios deseosos de humedecer los míos.
Imagino entonces que rodeas mi cuerpo y
tomas de él todo lo que es tuyo, me sostienes...
Estás tras de mí...
Con tu boca murmuras mi nombre
desde mis oídos hasta la blanca figura de mis hombros,
entonces mi respiración se agita y nuestros
cuerpos son uno, tus dedos descifran
mi cuerpo y guían tus manos a lugares
que nos estremecen, mis labios enrojecen
y mi mirada ya es tuya, me he
entregado al delicado movimiento
que nos aborda placenteramente, ya no
hay limites, todo fluye,
buscas sostener fuertemente mi figura y fusionarla
con la tuya, luego tiendes mi cuerpo desnudo
sobre una suave cama blanca y te recuestas
sobre mí deslizando la palma de tus manos hasta
encontrar mis pechos que endurecidos te esperan
mientras tus labios disfrutan de mi espalda,
mi respiración se transforma en deliciosos sonidos que te enloquecen,
de pronto mis caderas se apoderan del espacio
moviéndose como delicadas ramas sopladas por el
viento e incansablemente buscan tener contacto con tu piel.
Sí, inevitablemente ya no hay volver,
mi cuerpo al igual que mi corazón
entran por una cálida vertiente
para encontrarse con las caricias del placer
que dos corazones generan al renacer.

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