23.9.11


Tu palabra
me lleva certera hacia el deseo.
Espada que penetra,
caricia tan silente,
semejante a ese rojo
mordisco de lo obsceno.
Tu palabra me sobresalta,
me provoca, me excita.

Totalmente carnal,
humedezco de ganas y temores,
se activan mis neuronas y mi cuerpo,
mi palabra también
para dormir el sueño junto a la tuya.

Tu palabra, alada, entra en mi oído,
sensual en lo imaginado,
me cosquillea el instinto.

Altera mis negruras
y, exacerbada de penumbras,
me provoca y me ata
a ese procaz amigo que es el deseo,
de los cuerpos absolutos.

Tu yo y mi yo se están buscando
entrecortados, susurrantes,
heridos casi de muerte,
de alientos enaltecidos y sutiles,
entre un silencio replicante y deseado.

Palabras que se rozan,
se lamen, se estremecen
se muerden, se besan, se abrazan
en esa encrucijada de deseos
que es viento
que empuja hacia el encuentro.

Nos follamos el alma
Nos hacemos el amor
Nos estamos penetrando
Con palabras sin vaselina

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