14.9.14

AQUELLA TARDE..

...Sí, eran vaporosos tus besos: los latidos más ocultos fueron desnudos rasgados del pelo al pie, a tus instintos... como quien siente comezón de bibijaguas. Y mi boca ardiente, así quedó de sed: tras los híbleos besos tuyos. Aquélla tarde en el río, éramos espíritus difuntos: las flores? __ausentes! mudo el río! ya nada era visto! tan vacío el mundo era, como a conceder plenitud [.......................], almas magas! de ocultar la natura capaces, y la sangre en ella arrebolar. Ni el risco más duro al frenético gozo sus jugos tibios negar pudo, sino que en cactus mil, colmó nuestras vidas. Y como niña primitiva ¡resucité silvestre entre amables verdes floridos! Ora que mi cuerpo hermosea visible de fragancia ¿Por qué no tornas a mi cabaña inmutable sin hora? Que tus manos vuelvan como nácar a la roca acariciar, y tus labios de rocío a impregnar mi pecho se pronuncien, y avaro sea el amor! Qué renuncien las flores! Qué calle el río! __ ¡Oh, amor en carne! __si te vas, qué vergüenza! Las flores no tornarían, el río callaría para siempre, ni el Sol milagroso así besaría. Sí! heme, silvestre de amor...!

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